domingo, 11 de noviembre de 2007

MI VECINA CHOLLE (Real o imaginaria, se acerca mucho a la realidad).




Al lado de mi vieja casona vive una anciana, cuyas canas ya recubren su cabeza y ella esconde muy bien con una gorrita de lona que casi nunca se quita, no quiero pensar cual será el aroma que despide, pues rara vez me le acerco para no compartir con ella el chismorreo, pero se me antoja pensar por su aspecto descuidado, que no ha de oler muy bien, sus enaguas se arrastran por el suelo, y se le deja ver una franja café oscura que no es parte del diseño de su descolorido vestido gris que hace juego con sus canas.

Es esta anciana muy solidaria, no descuida a sus vecinos, pero para enterarse de todo y convertirlo en chisme, vive pendiente de lo que acontece a sus alrededores y es bien generosa cuando se trata de comentarlos, razón por la cual trato de no darle oportunidad de que me entere de cosas que no son de mi incumbencia. No es que sienta apatía por la anciana, sé y entiendo que cuando los años nos llegan, la indiferencia es tan frecuente que se convierte en nuestra más fiel compañía, y para ocuparnos un poco y afrontar los últimos años con agrado, qué mejor, que entretenernos en el oficio de la comunicación y el chismorreo, se que hay tanta gente que valora mucho este oficio y por ende al que lo maneja con habilidad es considerado perfecto para una buena compañía.

Doña Cholle permanece sentada en una vieja y coja sillita de madera barata que saca todas las tardes al pie de su puerta para no perderse detalle alguno, Hace muchos años tiene su vieja sillita y aunque dos de las amigas que a veces le hacen compañía, le han regalado dos sillas de mejor calidad, pero dice que no se deshace de ella porque le ha acompañado durante largos años y además es la testigo número uno, de todo lo que ha sucedido en el vecindario. ¿Será que la silla en sus ratos de alzhéimer le hace recordar?
Es probable, vaya uno a saber.

Ella no se perdonaría que otra persona tuviera la primicia del chisme, a propósito no le ha sucedido nada a la pobre, pues la puerta está tan carcomida por el comején y a punto de caer solo está pegada de un lado, pero ella la cuña con un palo de buena madera, que un vecino le regaló conmovido por su estado de abandono.

En las tardes de sol recalentado que nadie se aguanta por quemante y centelleante ella siente helaje sobre su cuerpo, dicen que tiene un reuma desde hace mucho tiempo, y que lo cogió desde que madrugaba hace algunos años, a hacer arepas de mote y ella misma salía a venderlas en un viejo y mugroso canasto que compró por veinte pesos en la plaza del mercado de la galería, porque la pobre anciana tenía que cuidar y velar por los nietos, Antonio y Milciades que eran hijos de su segundo hijo, Miguel Mario, que estaba preso por robarse unos dineros que le fueron entregados para hacer unos domicilios en el barrio, porque él vivía de eso. Aunque dicen que lo robaron cuando iba a hacer su gestión, pero como ya todo el mundo lo conocía, y sabían que él, había tenido sus mañas en tiempos anteriores, y dice el refrán que vaca ladrona no olvida su portillo, no le creyeron, y un juez lo condenó a estar tras las rejas durante un año y apenas llevaba 3 meses recluido. La pobre anciana no tuvo con que pagar un abogado que lo sacara del lío y además tampoco quiso dar testimonio su único testigo que era el vecino de atrás de su casa, por miedo, de el que le robó, porque dicen que era un malandrín de primera categoría.
Y a raíz de eso, sucedió algo muy extraño. Desde el momento mismo que ocurrió el hecho está el espacio de la sillita vacío, la vergüenza de la anciana fue tal que no quiso compartir ese chismecito con sus vecinos.

Sería que la señora Cholle, antes de ser visitada por su amiga ancianidad, cambió por el chisme, el deber de trasmitirle a sus hijos y nietos unos buenos principios? Porque esto es trabajo de años, pero los resultados se van viendo, ella no era mala, pero a sus frutos algún abono les faltó ¿verdad?…… solo era chismosa. Juzguen ustedes.


Novia De Los Montes

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